
¿Cuántas veces hemos escuchado en los medios de comunicación o en conversaciones del día a día frases del tipo: “sacó el arma y le pegó dos tiros, seguro que está loco…”?
El estigma es un fenómeno conocido y presente en muchos ámbitos, y muy especialmente en el de la salud mental, campo en el que ha sido, y sigue siendo, una importante barrera para el desarrollo de servicios comunitarios y para la integración de las personas afectadas.
Un ejemplo de tal estigma es la tendencia a clasificar cualquier comportamiento inesperado como locura y considerarlo como potencialmente peligroso.
En España, tan sólo un 3-5% de los asesinatos están causados por enfermos mentales (la mayoría no tratados): esquizofrenia paranoide, trastorno bipolar en fase maníaca, intoxicación por drogas y demencia. En los trastornos de personalidad límite y antisocial la agresividad no suele perseguir el homicidio, tan sólo la descarga impulsiva e incontrolada de ira. La cifra es 5 veces inferior a la comisión de asesinatos en población general (personas sin diagnóstico de trastorno mental).
Una vez expuesto esto, dediquemos un momento a la reflexión y vayamos un paso más allá planteándonos si realmente son las personas con problemas mentales las que tienen mayor acceso a armas de fuego y por tanto a la comisión de tales delitos.

En primer lugar, ¿cómopodemosobtener una licencia de armas?. La posesión de armamento en España estásujeta a la solicitud de una autorizaciónprevia. Los motivos de adquisición de tales permisos estánrelacionadostanto con actividadeslaborales (cuerpos de seguridad, vigilancia, policías, guardia civil) como recreativas (campeonatosdeportivos) u otras (caza).
El proceso de solicitud de licencia de armas consiste en una parte administrativa, un test teórico, otro práctico, y una revisión médica.

La revisión médica se realiza en centros médicos privados. De forma que, una vez superadas las pruebas se expede un certificado médico para el uso de armas que será el que se llevará al organismo correspondiente. Por tanto, en este punto del proceso, ya nos encontramos con ciertos impedimentos para la obtención tal licencia en personas con diagnóstico de enfermedad mental.
Retomando lo planteado en líneas previas, parece claro afirmar que los asesinatos tienden a ser cometidos por personas que no presentan trastorno mental. Además de que los datos nos confirman que son en menor porcentaje, autores de tal violencia, las revisiones psicológicas realizadas en los centros médicos especializados impedirían tal acceso en el momento en que se detectasen dichos diagnósticos.
Lo más llamativo de esta situación es que las estadísticas nos muestran una realidad muy diferente, siendo las personas con problemas de salud mental las víctimas de la violencia más que los verdugos.
Clara García Gutiérrez, Barcelona enero 2020