En el artículo de Certimèdic de este mes, consideramos necesario continuar abordando las preocupaciones relacionadas con el COVID-19. Concretamente, vamos a tratar de normalizar la experiencia psicológica que probablemente estemos experimentando varios de nosotros/as en la situación actual de confinamiento.
Los síntomas que describiremos a continuación están relacionados con cuadros ansiosos-depresivos, pero presentarlos no es garantía de ser diagnosticados/as con un trastorno psicológico. Para poder recibir tal diagnóstico, es necesario cumplir un mínimo de criterios (o todos, según la problemática), no siendo suficiente mostrar signos aislados.
El término normalizar se refiere a naturalizar, a «hacer normal». Es muy posible que actualmente estemos experimentando dificultades de sueño, opresión en el pecho, lloros, sensaciones de ahogo, rumiaciones o pensamientos obsesivos, apatía, tristeza; en mayor cantidad y/o frecuencia de lo que lo hacíamos previamente a la cuarentena. A continuación, describiremos en mayor profundidad los síntomas asociados a la ansiedad y a la depresión, respectivamente.
En primer lugar, ¿en qué consiste la ansiedad?. La ansiedad es una reacción de anticipación de amenaza. Un evento futuro que nos resulta peligrosa e incontrolable, es decir, ante el que nos sentimos ausentes de recursos para su afrontamiemto. Frente a tal situación de miedo las personas podemos desarrollar síntomas de tipo físico y/o de tipo cognitivo o mental. Los primeros están relacionadas con reacciones fisiológicas del sistema nervioso autónomo: escalofríos, sudoración, temblores, opresión en el pecho, problemas respiratorios, agitación, hiperventilación, entre otros. Los síntomas cognitivos tienen que ver, fundamentalmente, con pensamientos obsesivos o repetitivos sobre uno o varios temas. Son ideas o imágenes que no podemos «quitarnos de la cabeza».

En segundo lugar, la depresión es un trastorno del estado de ánimo que se acompaña de síntomas como la tristeza, la apatía o falta de ganas, el cansancio, los problemas de sueño, los sentimientos de culpa, ciertas alteraciones alimentarias, problemas de concentración, rabia e ideas relacionadas con la muerte. Éstos se desarrollan a partir de un contexto en el que ha habido una pérdida (real o simbólica) y/o han disminuido o desaparecido las actividades o eventos habitualmente gratificantes.
Una vez descritas ambas problemáticas, en las siguientes líneas pretendemos transmitir un halo de esperanza y tranquilidad para aquellas personas que se estén cuestionando los síntomas ansioso-depresivos que están experimentando. Invitamos a que la reflexión a plantearnos pueda ser: «¿no sería más difícil imaginarnos alegres y felices, en lugar de tristes y nervioso/as, en una situación como ésta?», «¿son la tranquilidad y la satisfacción las emociones que naturalmente se derivarían de una cuarentena?». En el confinamiento es muy normal estar rodeado de factores que generen ansiedad y tristeza y por tanto, tiene mucho sentido que de ello se deriven los síntomas previamente mencionados. Estos factores que comentamos son: la incertidumbre ante la superviviencia del virus, la exposición a respuestas de ansiedad y miedo de otros, la pérdida de la rutina habitual que nos proporcionaba orden y control, los cambios drásticos de hábitos, el aislamiento y la posible modificación de la estructura familiar.
Para concluir, no tratemos de patologizar el malestar que no es trastorno. Las personas con diagnósticos psicopatológicos pueden estar experimentando una exacervación de su malestar previo y no con ello estamos tratando de minusvalorar su sufrimiento. Ahora bien, presentar síntomas aislados en estos momentos es algo perfectamente normal. Desde Certimèdic invitamos a buscar las herramientas que nos ayuden sentir mayor control sobre las actividades que realizamos y así, tratar de disminuir, en la medida de lo posible, el desasosiego que experimentamos. Igualmente, no perdamos de vista que este malestar pueda ser un compañero de viaje más o menos intermitente (¡pero temporal!) en estos tiempos de cuarentena.
Clara García Gutiérrez, Barcelona mayo 2020