Hipertensión y la conducción

La hipertensión arterial es un estado patológico caracterizado por un aumento de la tensión arterial por encima de los valores normales.

Un adulto es hipertenso cuando tiene tensiones arteriales permanentemente elevadas, por encima de 140-90 mmHg.

El diagnóstico de hipertensión arterial no debe basarse en cifras altas medidas una sola vez, ocasionalmente, en forma rutinaria o fortuita
En tal caso las cifras altas pueden deberse a un factor transitorio, como el ejercicio físico inapropiado previo, una sobrecarga o estrés emocional pasajeros, la ingestión inadvertida de alguna sustancia hipertensora, una incorrección técnica durante la medición, etc.

El diagnóstico definitivo de hipertensión arterial se debe hacer tras varias lecturas de la tensión arterial, incluyendo algunas en el domicilio del paciente o en su medio habitual de vida, fuera de la consulta médica.

 

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El 35% de la población adulta catalana padece hipertensión arterial (HTA), una enfermedad que representa, junto a sus consecuencias, la primera causa de mortalidad en el mundo. Aunque se prevé que en el año 2025 el número de adultos con hipertensión arterial en todo el mundo llegará a ser de 1.560 millones de personas, actualmente sólo 3 de cada 10 hipertensos alcanzan o mantienen sus valores de presión arterial dentro de la normalidad.

El Reglamento General de Conductores (Real Decreto 818/2009) incluye entre las causas que pueden motivar la denegación del permiso de conducir diferentes enfermedades cardiovasculares y respecto de la hipertensión arterial dice que para resultar apto en el reconocimiento médico: »No deben existir signos de afección orgánica ni valores de presión arterial descompensados que supongan riesgo vial».

Un estudio realizado por los servicios de urgencia de la Comunidad de Madrid2 encontró que entre los conductores implicados en accidentes de tráfico y atendidos por el servicio en el año 2006, un 6,6% eran hipertensos, un porcentaje claramente inferior al de pacientes hipertensos que conducen que debe aproximarse al 30-40% aunque la hipertensión, sobre todo cuando no está adecuadamente tratada, puede incrementar el riesgo de accidente. Ello justifica la inclusión de este factor de riesgo entre las situaciones que deben valorarse antes de conceder la aptitud médica para conducir.

 

¿Qué condiciona que se consideren aptos para conducir?

Tener un buen control de la enfermedad, el cumplimiento del tratamiento, su control médico periódico.

Esta situación deberá acreditarse en el centro de reconocimiento de conductores mediante la presentación de un informe favorable emitido por su cardiólogo. En el caso de ser considerado apto, se concede el carnet de conducir por un periodo inferior al normalmente establecido.

 

 

¿Qué disminuirá el riesgo de sufrir un accidente?

– Conocer bien la enfermedad.
– Conocer los efectos secundarios de los medicamentos que utilizan.
– Saber reconocer los primeros síntomas de una descompensación y como subsanarlos.
– Evitar las situaciones desencadenantes.
– Extremar las precauciones o incluso no conducir en la fase aguda de la enfermedad , descompensación o del inicio de un tratamiento, ya que es cuando existe mayor riesgo.
– Ante los primeros síntomas de descompensación detenga el vehículo en lugar seguro y quite el contacto.
– No dejar nunca el tratamiento por su cuenta.
– Consultar a su médico antes de conducir, es el que mejor le asesorará y le indicará cuando puede hacerlo.
– El control y el consejo de familiares y amigos pueden prevenirlo.

 

Dr. Aramis Rodriguez Santana

n colegiado : 48502

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